Cuando percibes y vislumbras todo lo que es y tu conexión a todo lo que existe, no lo experimentas como algo sorprendente, sino como una realidad en sí misma.
Ayer estuve con unos amigos; una pareja realmente preciosa. Dos personas con una gran inquietud, con un profundo afán de realización personal que se expresa en su casa, en sus formas, en sus planteamientos, en su creatividad y en su ilusión, aunque sé que ellos no se dan plena cuenta de esto. Son personas con las que siempre es agradable conversar, me gustan, me hacen sentir la belleza de las cosas. Me siento bien con ellos.
En un momento de la conversación, ella explicó una experiencia que tuvo. Sin ningún acto previo, sintió un estado distinto en ella. Estaba con unas amigas y todo cambió de repente. Se expresaba mejor, percibía más intensamente todo, comprendía cada momento que estaba viviendo y se sentía conectada con todo lo que estaba sucediendo viéndolo desde otra perspectiva. Su estado interior cambió hacia una unión entre el "ser" y el "estar". Ella lo explicaba como "no había esfuerzo por mantener aquello ni por comprenderlo, simplemente estaba sucediendo".
Ese es nuestro estado natural. Algunos lo llaman estado alterado de conciencia. No me gusta ese término, porque volvemos una y otra vez a no entender que si decimos "alterado" implica que nos es ajeno, es algo que modificamos desde nuestro supuesto estado natural. No, es al revés. El estado cotidiano de nuestra vida es el estado alterado de conciencia. Mientras no cambies la perspectiva, seguirás buscando desde un enfoque erróneo.
En las filosofías orientales se nos dice que no hay que buscar la Iluminación, que ya está. Sin embargo seguimos en nuestras pequeñas cápsulas buscando la solución sin creernos que ya está. Una y otra vez buscamos hacia afuera, buscamos la felicidad, buscamos la armonía, buscamos el equilibrio, buscamos, buscamos, buscamos.... Y, cuanto más buscamos, menos encontramos porque nos separamos precisamente de aquello que estamos buscando.
¿No te ha ocurrido alguna vez que estás buscando algo, por ejemplo un boli, y lo buscas por todas partes y al final te das cuenta de que estaba ahí, enfrente tuyo y que ni siquiera lo habías visto? Y te sorprende porque parece que alguien invisible lo ha puesto cuando tú estabas buscando en otra habitación. Sabes que el boli ha estado ahí desde el inicio de tu búsqueda, pero estabas tan focalizado en la búsqueda del boli que no te habías dado cuenta de que estaba ahí, porque creías que ahí no podía estar. Simplemente no lo estabas reconociendo y para tí no estaba.
Esto es igual. Tal vez necesites buscar para darte cuenta de que no es necesario, pero en algún momento de tu búsqueda necesitas parar para ver "el boli".
Hace algún tiempo, una persona me dijo que se definía como "un buscador".
Yo le dije que si se veía como un buscador ¿qué pasaría si encontraba el objeto de su búsqueda?
No lo sé. Hasta ahora no lo he encontrado. Me respondió.
¿Y te has planteado si hay alguna posibilidad de que ya lo hayas encontrado y no lo has reconocido y por eso sigues buscando?
La persona me preguntó:
Entonces, ¿no busco?
Sólo encuentra. Sé un "encontrador".
Que la luz de tu corazón guíe tu camino.
Elenka
Todo esto que comentas de estar "conectado", es un poco como poner el mundo al revés,o eso me lo parece.Toda la vida escuchando que hay que aprender a meditar ,para entrar en ese estado de conexión con el todo o con Dios como algunos lo llaman, y tú dices que esto es algo natural, y a mí se me ocurre preguntar ¿si es tan natural por qué nunca se ha hablado de ello?.
ResponderEliminarSi los sabios o grandes meditadores conectan realmente, entonces ya sabrían esto que tú dices , entonces ¿ por qué siguen empeñandose en que hay que aprender a conectarse, que hay que hacer no sé cuánto esfuerzo y que es dificil y que con suerte ,quizá con el tiempo algunos pueden llegar a la iluminación..?
Bueno yo estoy abierto a todo así que seguiré en contacto , soy un buscador (todavía)
Un saludo.