Bienvenid@
El otro día tuve una conversación muy interesante con una persona que me hablaba de la falsedad de las personas. Para esta persona, en su visión un tanto negativa, no puede existir la confianza en los demás porque todo el mundo nos estamos engañando unos a otros. Incluso, los amigos más íntimos o las parejas vivimos en una constante mentira.
Mientras le escuchaba me dí cuenta que dos sensaciones profundas afloraban en mí. La primera era un cierto enojo, me molestaba que hablase de esa manera, me molestaba el escucharla, sentía la sensación en la boca del estómago como si de repente unas tenazas me encogieran la entrada a mi estómago no permitiéndome que entraran las palabras de esa persona. Esa sensación iba acompañada de desconfianza, de recelo y de miedo. La segunda era distinta. En algún lugar de mis tripas llegando hasta la zona lumbar, se produjo un calor que se extendió hasta mis piernas. Cuanto más la escuchaba, más sentía ese calor y si me centraba en él, más se extendía dándome cuenta de que estaba acompañado de firmeza y de querer entrar en contacto con ese momento.
La persona hablaba de mentiras, y yo, estaba encontrada. Cómo responder, con la desconfianza o con la firmeza y la seguridad. No opté por ninguna de las dos. Esas dos sensaciones eran dos informaciones contradictorias que estaban en mí. En mi cabeza, en mis pensamientos le daba la razón a la persona, y me di cuenta de que estaba conectada con la boca del estómago. Si en ese momento hubiera optado por vivir esa experiencia desde una de las dos informaciones, hubiera vivido su realidad porque yo también le hubiera mentido. Si opto por darle la razón, por hablar y actuar desde mi desconfianza y miedo, le estoy mintiendo porque también hay en mí firmeza y seguridad. Si opto comunicar con ella desde la seguridad, también le miento, porque hay en mí desconfianza, recelo y miedo.
Te cuento esta experiencia porque casi de continuo reaccionamos de esta forma en nuestra comunicación con los demás. Ante nuestras contradicciones creamos un tercer elemento para poder movernos por el mundo, una fachada que nos ayuda a no ver y a que no vean nuestras contradicciones. Esa fachada está compuesta por múltiples máscaras que funcionan según el entorno y que nos hacen movernos en él. Está bien. El problema es que nos creemos esas fachadas nosotros mismos, y, al final, las máscaras no nos dejan ver cómo funcionamos en nuestro interior. Las máscaras están hechas de conceptos, de valores, de castillos en el aire que conforman las murallas por las que tamizamos nuestro interior. La persona que hablaba conmigo se ha dado cuenta de eso y lo traduce en desconfianza, inseguridad y miedo. Y yo te pregunto: ¿se puede vivir de otra forma? ¿se puede traducir en seguridad, comprensión y realidad? Pues sí. Es importante que así lo sepas. Se puede y haciéndolo puedes ver esa multiplicidad que te conforma y que conforma a los demás.
Al darme cuenta de mi propia contradicción, decidí reaccionar con las dos informaciones a la vez, me centré en mi corazón
y conecté con esa persona. Esa persona hablaba desde una información, había focalizado en ella y sólo existía eso para ella. Comprendí que yo también podía haber hecho eso. La búsqueda de la comprensión de lo que ocurre en mí me indica la información de lo que está pasando en mi exterior. Así que le hablé desde la comprensión. Sí, todos tenemos nuestras máscaras, todos tenemos contradicciones, de la misma manera que yo al escucharla dos informaciones aparecen en mí. Le dije qué estaba sintiendo y qué había decidido realizar para ver su verdad y al mismo tiempo comprender lo contrario en mi que era también verdad. Buscamos su otra verdad entre los dos y la persona comprendió su totalidad.
Es cierto, en el mundo todos nos movemos con máscaras que pueden observarse desde el exterior como mentiras. Pero la gran mentira es pensar, sentir y actuar ante nosotros mismos como si esa máscara fuera la única realidad en nosotros. Los demás pueden observarnos y ver nuestra mentira, pero no son las contradicciones, los miedos o las inseguridades las que las moldean. Sólo nuestra creencia de que esa máscara es una verdad es la que nos hace mentirnos y mentir a los demás.
Sólo comprendiendo nuestras contradicciones y el sufrimiento que nos generan, podemos comprender las contradicciones de los demás y sus sufrimientos. Esta es la clave para la compasión.
Que la luz de tu corazón guíe tu camino.
Elenka
No hay comentarios:
Publicar un comentario