24 de mayo de 2011

ME SIENTO SOLA...

Bienvenid@
Hay unas palabras escritas en este blog de una persona que dice: "cuando todo te sale mal y nadie te ayuda, te sientes solo, bueno, yo me siento sola". 

Sé lo que esas palabras significan, me hacen recordar momentos de mi vida en los que todo parecía tener un significado perverso, donde yo expresaba mi situación como "estoy en un profundo pozo y no sé cómo salir". 

En esos momentos, yo estaba sola en el pozo, no estaba en el fondo, sino agarrada en la pared a una piedra que sobresalía. Parecía que estaba gritando pidiendo ayuda, pero en realidad sólo susurraba "socorro...socorro...." y nadie me oía porque mi petición de auxilio se quedaba en el pozo... En esos momentos parece que nadie te ayuda, y es que nadie lo hace  porque no te oyen, es así de sencillo.
Son muy bonitas las palabras, ¿verdad? Cuando todo parece ir bien, es fácil sentirse agusto con la vida y podemos dar buenos consejos, pero cuando estamos en nuestro pozo particular, ¿qué podemos hacer? ¿cómo se sale de ese pozo? ¿cuál es la cuerda adecuada? ¿las cuerdas que nos echan las vemos, las utilizamos? ¿queremos que la cuerda sea de una determinado grosor, color, textura? 

Estas son preguntas que es necesario responder. Y más allá, ¿existe el pozo en realidad? ¿qué ha ocurrido para que esté en él? ¿es un pozo o es un refugio? ¿quiero salir de él?
Cuando estamos rodeados de oscuridad en ese pozo, focalizamos a cada instante que estamos en el pozo. Todo lo traducimos a "estoy en el pozo". Es como si sólo viésemos las paredes de éste y no viésemos la luz que viene de arriba. En nuestra situación, ni se nos ocurre mirar en los bolsillos. Con seguridad, si miras en tus bolsillos encuentras una linterna, una bengala... algo que te permite señalar tu posición o ver que el pozo tiene una puertecita por la que puedes salir. Si haces esto te das cuenta de dos cosas muy importantes:

La primera, no te has caído al pozo, has entrado en él.
La segunda, llevas lo necesario para salir en cuanto tú quieras. 

Mirando los bolsillos estás focalizando en la sanación, en la solución. Sin embargo, nos hemos despertado en un pozo y el miedo y la autocompasión aparecen. 

"Pobre de mí", "nadie me quiere" "nadie me ayuda" "¡¡¡estoy en un pozo!!!"

Escuché una vez: "No he visto nunca un animal que se compadezca de sí mismo".
Si mantienes la actitud de autocompasión, no focalizas en la solución, sólo en la situación interpretada como negatividad. Es una trampa que te va encerrando cada vez más. La autocompasión viene de un análisis y una interpretación incorrectos de nuestro centro racional.  Por eso, es necesario percibir la fuerza vital de nuestro centro instintivo.

Para ponerte un ejemplo: cuando entra un virus en nuestro cuerpo, se activa con más intensidad nuestro mecanismo de defensa. El cuerpo no pierde el tiempo en quejarse de que ha entrado un virus, se mueve hacia la solución y la sanación con rapidez y eficacia.  Todos sabemos que los niños tienen una capacidad de recuperación que nos sorprende, y se parece mucho a la de los animales. Si tienes niños o animales y han pasado por enfermedades o accidentes sabes de lo que hablo. ¿Qué ocurre con  ambos? Están sintonizados con la información de su centro instintivo, una información de sanación. 

Bien, ¿pero es lo mismo cuando no tengo trabajo, ha muerto un ser querido, me ha dejado mi pareja, me echan de mi casa, todo me sale mal...?

La respuesta es sí. Sólo en nuestro centro racional parece que no es lo mismo. Para el centro instintivo una circunstancia es sólo una circunstancia. Miremos a un león. Tiene hambre y se prepara para cazar  una gacela. Escoge su presa y va a por ella. No lo consigue a la primera, tal vez porque ha escogido una presa que en principio parecía fácil y no lo ha sido tanto, tal vez porque su cálculo no ha sido el adecuado, el caso es que no lo consigue. Esto es una circunstancia, no una enfermedad. ¿Qué hace el león? ¿Se retira debajo de un árbol de la sabana, quejándose de que tiene hambre y no ha podido atrapar a la presa? No, vuelve a la caza, con la misma intención, el mismo empeño, tal vez modificando sus cálculos, su posición, etc. Nuestro centro instintivo es vitalidad, acción, movimiento hacia el exterior, fuerza.

Así pues, mira en tus bolsillos. No te has caído al pozo, estás haciendo espeleología y vas preparado con todo lo necesario para esa experiencia; el problema es que te has olvidado; es como si te hubieses pegado un golpe en la cabeza y no te acuerdas de que querías investigar ese pozo. Pero cuando empiezas a buscar en tus bolsillos te das cuenta de que están llenos. Y cuando tomas conciencia de que eres un espeleólogo de repente te das cuenta de que estás colgado con un arnés y una cuerda.

Si crees que estás sola, estás sola; si crees que nadie te ayuda, nadie te ayuda; si crees que algo es imposible, es imposible; pero si crees que es una experiencia de la que puedes sacar provecho, toda la experiencia cambia y aprendes; si te das cuenta de que todo tiene un sentido, todo tiene un sentido; si te dejas llevar por la fuerza vital, sea cual sea tu pozo, percibes la conexión y te das cuenta de que hay cuerda, siempre ha estado allí. 

Que la luz de tu corazón guíe tu camino.
Elenka

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