5 de septiembre de 2011

OBLIGACIONES Y CONFLICTOS DE INFORMACION

Bienvenid@.

Hoy quiero compartir contigo mis reflexiones sobre las obligaciones, porque este fin de semana la vida me ha dado  otra circunstancia para vivenciar en mi misma cómo nos solemos comportar y sentir ante circunstancias "obligadas". 

Ya describir algo como obligatorio indica que existe conflicto dentro de nosotros. Eso nos hace sentirnos mal; indica que para nosotros, sea lo que sea, es algo que tenemos que realizar y una parte de nosotros no quiere. Esa parte puede rebelarse de forma exacerbada o puede parecer aceptar la situación, pero envía mensajitos de malestar y de frustración, dependiendo de la fuerza y contundencia de la situación y de la parte misma. 

La obligación indica también que por nuestros propios conceptos morales, por miedo a las consecuencias o por  no saber cómo afrontar la evitación de la situación "obligatoria", predomina la elección de realizarla, acallando de diversas maneras la parte o partes que se niegan a hacerlo. 

Habitualmente el "tengo que hacerlo" se encuentra en nuestro centro racional,  y el "no quiero" en nuestros centros o emocional o instintivo. Este conflicto tiene como consecuencia que perdamos la alegría, ya que un conflicto interno gasta muchísima energía, y a menudo también hace que perdamos la ilusión por hacer algo, ya que nuestro centro emocional se resiente. Cuando es el centro instintivo el que es el actor de la rebelión,  el hecho de desoir a éste acaba siendo un desoir a aquello que se necesita para nuestra supervivencia y produce una clara alteración de nuestro cuerpo y de nuestro bienestar. Además en todos los casos se reafirma un valor altamente peligroso para nosotros: "yo no soy importante, por ello mis necesidades no son importantes". 

Para atajar de raiz esta situación de conflicto interno, no es necesario que a partir de ahora sólo hagas lo que quieres hacer. Este conflicto es ante todo un conflicto informacional. Las informaciones de tu centro racional, por educación, por miedo resuenan con un campo diferente al de tu centro emocional o al de tu centro instintivo. En principio es necesario escuchar estas informaciones que suelen ser desoidas o acalladas porque imperan las de tu centro racional. 

Cuando vivimos desde el "tengo que hacer", siempre hay algo en nuestro interior que se resiente porque la concepción de nuestra vida es la de la imposición. Además si reflexionas un momento en las situaciones en las que te dices "tengo que..." verás que sólo te mueves en dos parámetros: "tengo que hacerlo" y "no lo hago". El sí y el no. Sólo te estás moviendo desde la información racional, desde una perspectiva que no abarca todas las posibilidades. Porque podrías por ejemplo hacerlo pero cambiar la forma de hacerlo; o podrías hacerlo y no hacerlo; o podrías hacerlo en algún momento y en otro dejar de hacerlo; o podrías hacerlo y escuchar tus necesidades; o podrías no hacerlo definitivamente; o mientras lo haces podrías buscar la forma de dejar de hacerlo; o podrías hacerlo dejando de percibirlo como una obligación absoluta y sin sentirte obligado a hacerlo. 

Y cada posibilidad te lleva a un estar diferente pero con un nexo en común. Vivir como si la vida fuera una imposición es frustrante, deprimente y perjudicial para ti. Concebir tu existencia en una sucesión de obligaciones sólo te lleva a no vivir sino a aparentar que vives cuando en realidad te encuentras en una jaula de "tengo que hacer".  Si estás en esta situación, no estás afrontando retos en tu vida, sólo te cargas con obligaciones que las vives como cargas impuestas desde fuera. Olvídate de eso porque una cosa es vivenciar un reto, otra muy distinta es vivenciar una obligación.  Y, ante todo, date cuenta de que la imposición no viene de fuera, es tu forma de reacción ante situaciones, viene de dentro. Permítete sentirte libre para elegir. 

Para ello empieza con un sencillo ejercicio: 

Cada vez que pienses o te oigas decir "tengo que hacer", cámbialo de inmediato por "elijo hacerlo aunque no quiera hacerlo". Con esta sencilla frase empiezas a modificar un hábito de pensamiento y por ello tu centro racional se sorprenderá y querrá conocer por qué eliges hacerlo. Dale las respuestas. Elijo hacerlo porque.......  Luego de que tengas las respuestas, percibe cuáles son tus sensaciones corporales ante éstas.  Así empiezas a escuchar informaciones procedentes de los otros centros. 

Con este ejercicio  no cambias la información, pero te ayuda a conocer y percibir cuáles son las medidas de tu jaula y empiezas a cambiar hábitos de tu centro racional  ante determinadas situaciones.

Que la luz de tu corazón guíe tu camino.
Elenka












 












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